martes, 27 de noviembre de 2012

José Martí, una reparación, a medias

En el año 2003, creo que fue en mayo, publiqué en los periódicos del Grupo Joly una tribuna en la que denunciaba la manipulación de que había sido objeto el busto de José Martí que se encuentra en la Alameda gaditana.

Recordemos los antecedentes. El 15 de noviembre de 1991, propiciado por la Diputación de Cádiz y con la autorización del Ayuntamiento gaditano, se inauguró un monumento al padre de la patria cubana. La escultura, un busto del escultor cubano Enrique Angulo, era un regalo del “pueblo de Cuba a la ciudad de Cádiz”. 

Diez años después, un grupo de intransigentes cambiaron la placa, modificaron el sentido del homenaje, se apropiaron de un monumento gaditano y manipularon la historia, colocando una placa con la leyenda: “Primer Encuentro Internacional sobre creación y exilio. Con Cuba en la distancia. A la memoria del defensor de la libertad de Cuba, José Martí. Cádiz, noviembre 2001”.


Decía entonces, y lo mantengo ahora, que con ese texto, sus autores y las autoridades locales que permitieron se pusiera, habían borrado diez años de historia, la manipulaban y tergiversaban las razones por las que, diez años antes, se homenajeó a Martí en Cádiz.

El 23 de junio pasado insistí en ello en mi columna "Calle Ancha" en Diario de Cádiz, en un artículo que también apareció en una entrada de este blog

Hoy, paseando por la Alameda me ha sorprendido que, en parte, se ha corregido ese error y manipulación, añadiéndole una placa que recuerda el origen del busto.


Pero es una reparación parcial. Para que fuera completa debería desaparecer la placa impuesta en 2001, reponiéndose la original de 1991, y si la original fue destruída, una réplica.              

1 comentario:

Jesús dijo...

Creo que siempre las placas deben supeditarse al objeto de homenaje. No deben ocupar un lugar tanto ni más destacado que el monumento o estatua. No deberían promover la polémica. No deberían sufrir añadidos ni postizos. Jamás deben dar la impresión (y ocurre) que quienes ponen la placa se la están poniendo a sí mismos.

Bastaria con nombrar, proporcionar unos datos mínimos pero suficientes y, si es preciso, nombrar a quien la promueve. Poco más.