sábado, 15 de junio de 2013

Dos siglos llaman a la puerta


ESE fue el título del Octavo y último Congreso Doceañista, celebrado en marzo de 2012 y que, como resulta evidente, era también un homenaje a Ramón Solís, autor del libro, tantas veces citado, El Cádiz de las Cortes y la no menos citada novela Un siglo llama a la puerta. Y es también el título del libro que, como ocurrió con los anteriores congresos, recoge los resultados científicos del mismo y que sirve, en primer lugar, para constatar que los congresos doceañistas cumplieron el objetivo marcado por sus promotores al convertirse en un espacio de reflexión y debate sobre cuestiones esenciales en torno a las Cortes de la Isla de León y Cádiz y la Constitución de 1812.

El libro se divide en cinco bloques en los que se examinan las aportaciones historiográficas a partir del primer Centenario, la construcción y el poder de los imaginarios colectivos, la teoría y práctica de las conmemoraciones, el legado de 1812 sobre la ciudadanía y la práctica representativa y democrática y las sombras de la libertad, es decir, la marginación en la que quedaron determinados en el contexto político de 1812. Sin entrar en detalle en los distintos capítulos del libro, el conjunto de las aportaciones permiten incidir en la trascendencia de los hechos acontecidos en Cádiz, en conexión con lo ocurrido en los territorios americanos y, posteriormente, en otros lugares de Europa en la conquista de las libertades y los derechos ciudadanos, todo ello pese a las sombras antes mencionadas. Es evidente que aún no lo conocemos todo, que hay que seguir trabajando, profundizando en una investigación comparada para conocer en toda su amplitud y diversidad las manifestaciones de este primer liberalismo en España, América y Europa, para situar debidamente, y sin alharacas innecesarias, la huella de 1812 en la construcción de una ciudadanía libre, en el desarrollo del sistema parlamentario y de una democracia sin adjetivos.

Aunque pueda dar la impresión de que, pasado el Bicentenario, todo ha concluido, los investigadores saben que hay nuevos retos, que a partir de la Constitución de Cádiz, mientras en España se intentaba borrar, sin éxito, su imagen y su influencia -como se demostró en el Trienio Liberal, incluso en la Constitución de 1837, fiel heredera de la gaditana-, el ejemplo calaba en Europa y en América, que a partir de 1812 los americanos profundizaban en la construcción de su independencia y nuevas formas de gobernarse, y que el eco de la obra gaditana, junto a otras influencias, marcó buena parte del constitucionalismo europeo.

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