sábado, 8 de junio de 2013

José Rizal

EL héroe nacional de Filipinas, José Rizal (19/6/1861, 30/12/1896), nació en el seno de una familia acomodada y culta, recibió su primera educación en tagalo en una escuela rural y aprendió también español y latín, hasta que, con once años, trasladado a Manila, estudió Bachiller en el Ateneo Municipal regido por los jesuitas. Por esa época comenzaron sus escarceos literarios, al tiempo que, consciente del trato discriminatorio que la administración colonial daba a los filipinos, afloraron sus inquietudes sociales y políticas. En 1878 inició estudios de Medicina y Filosofía y Letras en la Universidad de Santo Tomás y en 1882 viajó a España -posiblemente pasó por Cádiz, como refleja en sus escritos-, para licenciarse en Madrid en Medicina y en Filosofía y Letras, entrando en contacto con el Círculo Hispano-Filipino. Completó su formación en varios países europeos, destacando Alemania, donde, según me informa Hans Josef Hartz, en Heidelberg y Wilhemsfeld se le recuerda con predilección.

No tenemos espacio para extendernos sobre su intensa y azarosa vida, pero hay que destacar que en Madrid comenzó a escribir su gran novela, Noli me tangere, en la que denunciaba la situación en Filipinas, como hizo después en El filibusterismo y en otros escritos, en los que Rizal abogaba por una sociedad libre, armónica y justa, y por la modernización de su país, reclamando garantías democráticas para los filipinos y representación en Cortes en igualdad con los peninsulares. Sus críticas más duras fueron contra la usurpación de los derechos y los bienes de los filipinos por los colonos y la iglesia española, que nunca le perdonarían sus denuncias. Sin embargo, para la consecución de sus fines exigía una lucha pacífica; pero el contexto del fin de la colonización española bogó en su contra. Las luchas independentistas en Cuba, adonde Rizal solicitó ir como médico, hicieron sospechar al gobierno español de sus intenciones. Fue detenido y, tras un juicio sin garantías para su defensa, fusilado.

Lo que supuso su ejecución lo reflejó bien Miguel de Unamuno al conocer su fusilamiento: "La España del ¡viva España! sacrílego que se lanzó sobre el cadáver de Rizal es la España de los explotadores, los brutos y los imbéciles; la España de los tiranuelos y de sus esclavos; la España de los caciques y los dueños de grandes latifundios; la España de los que sólo viven del presupuesto sin ideal alguno".

Publicado en Diario de Cádiz, 8 de junio de 2013.

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