miércoles, 18 de septiembre de 2013

El gaditano nace...

Esto lo escribí en febrero de 2007:



            Hace casi un siglo y medio un diputado en el parlamento español preguntó “qué pasa en Cádiz”, pidiendo de esa manera que le explicaran los acontecimientos revolucionarios acaecidos en la ciudad en el “sexenio democrático”. Por entonces y durante muchas décadas, los gaditanos tenían fama de ser gente activa, inconformista, trabajadora, exigente, culta, avanzada –y no me refiero sólo a ideologías-, destacando, además, por su civismo.
            Pese a que de inmediato alguien me lance la acusación de ser un derrotista, muchos concordarán conmigo que buena parte, o la totalidad, de esas cualidades se han esfumado. Mientras que se sigue proclamando a voz en grito el amor a Cádiz y lo gaditano, lo cierto es que da la impresión que ese amor a la ciudad no se practica, que se ha llegado a una actitud de conformismo con lo que hay que se traduce en desidia, dejadez y abandono. Lemas y gritos, por otra parte simpáticos, como “lo siento, no todo el mundo puede ser de Cái”, “de Cái, pisha”, que tratan de mostrar un espíritu orgulloso sobre la ciudad, y transmitir también el mensaje de que Cádiz es lo mejor, se unen a cánticos como “alcohol, alcohol…, hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual”, que, quizás inconscientemente, son una muestra del conformismo y resignación con que los gaditanos afrontan el presente. En una ciudad donde el paro, la infravivienda y las drogas están presentes en el acontecer de cada día, en demasiadas ocasiones parece que nos evadimos reafirmándonos en lo bueno que es ser gaditano.
            Ese conformismo, esa resignación, también parecen estar propiciados por los poderes públicos –y no exculpo a ninguno-, más volcados últimamente en financiar fiestas, Carnaval, procesiones y fútbol, que en fomentar la participación crítica de los ciudadanos en la gestión de la ciudad. Una ciudad de la que se sigue vendiendo la imagen del gaditano “artista”, amable e ingenioso, y que se pregona como un lugar envidiado y al mismo tiempo generoso, que llega a manifestar que “los gaditanos nacen donde quieren”, como una muestra más de la aparente afabilidad de Cádiz y los gaditanos, a pesar de que, como es conocido, esa expresión no es exclusiva de Cádiz, ya que, antes que de los gaditanos, se decía de los bilbaínos que nacen donde quieren.
            Y puestos a adoptar gracias ajenas, les propongo un viejo chiste sobre los bilbaínos, adaptado a Cádiz:
- Yo antes era una persona vanidosa e insoportable.
- ¿Ahora ya no?
- No, ahora soy perfecto, me he hecho de Cádiz.

No hay comentarios: