lunes, 14 de julio de 2014

Patrimonio de la Humanidad, un objetivo al alcance

El texto que va después se publicó el 11 de marzo de 1999 en el suplemento CULTURAS, del Grupo Joly, por lo tanto, el colectivo que citaba no es el foro que, recientemente, ha retomado la idea de solicitar que el casco histórico sea declarado patrimonio mundial. Muchas de las consideraciones del artículo sirven todavía, por ejemplo, recordar que la Ley Española del Patrimonio, de 1985, dice que también es expolio "toda acción u omisión que ponga en peligro de pérdida o destrucción todos o algunos de los valores de los bienes" que forman parte del Patrimonio, me lleva a pensar, de nuevo, en los bloques de Santa Bárbara, que por cierto sobresalen notablemente del mar. La foto es de ayer.

Cádiz cuenta, en su casco antiguo, con uno de los más armoniosos, bellos y mejor conservados conjuntos urbanos del mundo. Especialistas, como Fernando Chueca, lo han comparado al de ciudades tan famosas como Brujas, Florencia o Venecia; y Chueca se ha lamentado de que ni entre los españoles, ni tan siquiera entre los gaditanos, se le de el valor que merece. 

Algo de ello debe haber. A principios de los setenta se planteó la posibilidad de declarar a Cádiz conjunto histórico artístico, opción que fue rechazada, incluso, por la alcaldía al considerar que perjudicaría el desarrollo económico de la ciudad. Y cuando años más tarde, el ayuntamiento aprobó la desaparición de la publicidad de plástico y luminosos, que sobresalía de las fachadas afeando la visión de las calles, las protestas abundaron, y ante la negativa a seguir la orden municipal, el propio ayuntamiento tuvo que ejecutar las obras.             

Recientemente un colectivo ha iniciado una encomiable campaña en el intento de lograr la declaración de Cádiz como PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. En su cruzada, han recabado apoyos institucionales y particulares, ayudas que, por regla general, se han convertido en manifestaciones favorables, y con las que se ha logrado iniciar el expediente de declaración.

Pero el camino seguido hasta ahora, con ser elogiable y de agradecer, no es suficiente. Para lograr la meta planteada, es necesario que las administraciones públicas competentes se impliquen de verdad, que demuestren, no sólo con palabras, que apuestan por la declaración y que laborarán por conseguirla con prontitud. Una declaración que, indudablemente, puede reportar grandes beneficios al conjunto de la ciudadanía, pero que supondrá una serie de inconvenientes para muchas acciones de la administración y de particulares.

El Patrimonio artístico e histórico es una riqueza universal, y su reconocimiento oficial por instituciones nacionales y supranacionales obliga a acciones que aseguren su conservación y disfrute por todos. También nos obliga, colectivamente, a un compromiso de conservación y de transmisión a generaciones futuras del legado histórico.

La ley del Patrimonio español es suficientemente explícita en este sentido. Por ejemplo, define expoliación de forma clara: "toda acción u omisión que ponga en peligro de pérdida o destrucción todos o algunos de los valores de los bienes" que forman parte del Patrimonio.

La declaración de Patrimonio de la Humanidad comporta la exigencia del mantenimiento de la estructura urbana y las características generales del ambiente de la ciudad; en consecuencia, se restringen y vigilan las licencias de obras, se impide ejecutar labores que supongan una alteración de los inmuebles, se reprime la disposición de publicidad comercial que afecte al entorno, se limita el uso indiscriminado de vehículos, etc.


Por tanto, lo que se hace imprescindible es saber si las administraciones y los particulares están dispuestos a la declaración, con todas sus ventajas e inconvenientes; o conocer si el apoyo decidido a la declaración llegará cuando Cádiz esté saturado de horteras artilugios publicitarios, de alteraciones de obras monumentales y de facilidades para la circulación y aparcamiento de vehículos en el casco viejo de la ciudad.     

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