martes, 3 de marzo de 2015

La intervención de Alberto Garzón


Acostumbrados, desde hace décadas, a escuchar a los políticos soltar consignas, mensajes como píldoras, frases hechas, tópicos y propaganda, incluso en algún caso, algo de doctrina, pero nunca, o casi nunca, un mensaje sustentado claramente en una ideología, fue ayer interesante oír a Alberto Garzón, candidato de IU.

Prácticamente desde los años ochenta del siglo pasado no escuchaba tres palabras, tres conceptos políticos, que me parecen importantes a la hora de tratar de hacer entender un mensaje a un hipotético electorado: pedagogía, cultura política y, sobre todo, ideología. Se habló también de comunicación, de capitalismo, de rescate, pero sobre todo de ideología, que es algo que se soslaya en la mayor parte de los discursos y debates políticos, cuando, en mi opinión, todo es ideología.    

Garzón, que por otra parte tiene facilidad para un discurso cercano, no se reprimió en citar, por ejemplo, a los casi proscritos en la política actual, Marx y Engels, incluso confieso que me sorprendió oírle citar a Walter Benjamin cuando en Sobre el concepto de historia -Garzón no citó el título de la obra, que menciono para los posibles interesados- recuerda la metáfora de Marx en la que decía que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial, para matizar Benjamin que, posiblemente, la revolución es el momento en el que se tira del freno de emergencia.

Puede que no a todos les gustara la intervención de Garzón, incluso que algunos no la entendieran: la ideología no está de moda, se lleva más no ser de izquierdas, ni de derechas, o, como algunos creen, estar por encima del bien y del mal, para manipular a los seguidores.

Pero lo que hace falta es más cultura política -y cultura en general-, a los políticos y a la sociedad en su conjunto, por eso me gustó escuchar a quien me pareció tenerla.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ay Dios, cuán fermosa viene doña Endrina por la plaça!
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança!
Con saetas de amor fiere cuando los sus ojos alça.