viernes, 21 de agosto de 2015

Al Lucero le falta brillo

El antiguo Pepito del Lucero. Foto: cosasdecome.es

Quiero comenzar diciendo, en primer lugar, que le tengo gran respeto y admiración a la cocina de Mauro Barreiro, desde los tiempos de Balea, consolidado en Real 210. Y en segundo, que me pareció interesante la propuesta de El Lucero del Muelle, pero le quedan cosas por pulir para que brille.

Escribo estas líneas después de tres visitas a El Lucero, en las que he consumido tapas diferentes cada vez.

Bien la cerveza, y algo más que aceptable la carta de vinos. Sobre las tapas, coincido con algunas críticas, que he leído, sobre el tamaño de la tapa en relación al precio; por ejemplo en la que, de momento, mas me gustó, el carpaccio de gambas al ajillo, tan sabroso como escaso. También hemos probado unas ricas papas bravas, un original pinchito de atún, que sin embargo me dijo poco, o una buena pizza de chipirones en tinta, tapa que me permite centrarme en lo que quería comentar.

El primer gran fallo lo encontramos en la carta de alérgenos e intolerancias alimenticias, con algún error que puede causar problemas de salud al cliente alérgico o intolerante a algún producto. Cuando pedimos la pizza de chipirones lo hicimos tras consultar la mencionada carta, en la que ponía claramente que no tenía lactosa. Al probarla, la existencia del queso era tan evidente, como el problema que podía haber causado al intolerante a la lactosa. No he tenido oportunidad de comprobar si ya la han corregido, espero que sí.

El segundo asunto es el servicio del pan y los picos, que colocan en cuanto miras la carta. Si vas solo, ponen un panecillo y un paquete de picos, y te suman a la factura 0,80. Pero cuando, por ejemplo, eramos tres los clientes, pusieron dos panecillos y bolsas de picos, y cobraron 2,40, ahorrándose por tanto un servicio, que, sin embargo, cobraron.

No obstante, lo más llamativo es que cuando pides de tapa el pepito de cristal, es decir un bocadillo, ¡cobran, además, el pan y los picos!

Por cierto, desilusión con el nuevo pepito, "homenaje a la familia Lucero". Una pieza pequeña de pan, que llaman de cristal por el predominio de la corteza sobre la miga, abierta con la mitad inferior untada, apenas, con manteca colorá, con dos lonchas de cerdo asado -me pareció que era chicharrón de Chiclana cortado-, tan finas, que parecen responder al nombre de la tapa, lonchas trasparentes, casi como el cristal, tan finas que el sabor desaparece en medio del pan.

Nada que ver con el célebre y sabroso pepito del Lucero, con sus filetitos de lomo hechos con ajo en la sartén y su mantecá untada en una de las mitades del pan, que es en lo único en lo que se parecen los dos pepitos.

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