martes, 25 de agosto de 2015

Callejero gaditano


Periódicamente se habla de la ausencia, en el callejero gaditano, de nombres de mujeres. Ayer Diario de Cádiz retomaba el tema, para destacar que, exceptuando santas y vírgenes, hay muy pocas calles de la ciudad que tengan nombre de mujer, nueve anotaba el periodista erróneamente, pues, a bote pronto, dejó fuera a Fernán Caballero y María Arteaga, pero, ciertamente, hay muy pocas mujeres en el callejero gaditano. No obstante es un tema que, si se quiere corregir, hay que analizarlo con tiempo.

Hay un hecho evidente: si hay pocos nombres de mujer en las calles de las ciudades, más que un tema de discriminación puntual, lo es general, se debe a la invisibilidad de la mujer en la historia. Algo que, naturalmente, hay que corregir, pero la propuesta no debe ser genérica, no se puede recurrir a nombrar calles con nombre de mujeres famosas, sin más, hay que recordar a mujeres que tengan relación con la vida y la historia de la ciudad.

Ya hace muchos años que Lucien Febvre señalaba que una de las fuentes que podía utilizar un historiador era la toponimia, el nombre de las ciudades y de sus plazas y calles. Por eso más que recurrir a figuras como Marie Curie, Virginia Woolf o Maria Callas, hay que recodar a mujeres con presencia en la historia de Cádiz, por ejemplo, del entorno de las Cortes de Cádiz, como Frasquita Larrea, Margarita de Morla, Tomasa Palafox o Carmen Silva.

Y realizar esa tarea, como ya se ha apuntado, con calma y sin un absurdo espíritu reivindicativo, casi revanchista.  

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